Cuando se habla de globalización entran en juego muchos factores, y no pueden ser tratados de manera independiente ya que todos están relacionados. Pero si se centra la atención en el aspecto cultural, ¿resulta una amenaza el proceso globalizador?. Blindando la cultura, ¿se está protegiendo de factores externos? o por el contrario ¿se está privando de enriquecerse mediante el contacto con las demás?.
La pregunta se torna un poco compleja de responder teniendo en cuenta lo difícil que es juzgar, qué contamina a una cultura y qué la enriquece. El concepto de pureza o autenticidad de una cultura es efímero e interpretable. Un elemento que en un principio no es propio de una cultura con el paso del tiempo, puede ser adoptado, reinventado y hasta fusionado pasando a formar parte de esa cultura y por eso no es menos auténtica, pero tampoco es ajena a los elementos que la rodean, evoluciona influenciada por ellos, haciéndolos propios.
Si se intenta aislar el patrimonio cultural de Colombia, sería un desacierto. El turismo trae tendencias de afuera, que forzosamente dejan huella en el país, los colombianos que se van a buscar trabajo o por alguna otra razón van al extranjero y más tarde vuelven, traen también parte de la cultura de los países a los que fueron. Por un lado hay que reconocer que la imagen que se ha tenido de Colombia por muchos años y aún se tiene, es que es un país de violencia, narcotráfico y pobreza, esa imagen aunque muy poco, ha cambiado, ahora se conoce un poco sobre su música, la gente, la biodiversidad, las fiestas, se habla del café, otros alimentos, la industria textil, el arte, gracias a cierto intercambio cultural que ha sido determinado por el mercado y por eso se ha dado a conocer no solo por lo malo sino también por estas cosas buenas, cosa que no se lograría aislándose.
Personalmente esto lo relaciono con la historia y la vida misma de Fernando: un indígena del Amazonas, de la familia de los Witoto, que con una simple pero hermosa y divertida historia de amor de los dioses de la mitología de su región, me ayudó a comprender la importancia de conocer y por qué no participar de otras culturas. Si Fernando no hubiese llegado al salón de clases yo nunca hubiese conocido su cultura, y nunca hubiese deleitado el sabor de la Caguana, la bebida con la cual disfruté de su relato. Si Fernando no hubiese interactuado y hubiese seguido aislado de otras culturas del país, no hubiese aprendido hablar español y por ende no hubiese podido compartir con otras personas historias de su vida, su gente. Esta visita fue muy enriquecedora y aprendí mucho, abrió mi perspectiva y hace que mire más allá de mi nariz.
Es imposible una autosuficiencia cultural sin tener en cuenta los demás aspectos, porque la cultura está presente en actividades de naturalezas muy diversas y no se le puede poner barreras físicas, políticas o legales.
Los indígenas Witoto habitan en la zona de la Amazonía Colombiana, comprendida entre el sur del departamento del Amazonas y los ríos Putumayo, Igará Paraná, Caraparaná, Caquetá, Caguán (afluente del Caquetá) y Caucayá (tributario del Putumayo). Esta área se caracteriza por un complejo ecosistema, punto de transición de la flora andina y de la exuberante selva amazónica.
Población
Se estima que esta etnia tiene una población de 6.245 personas y ocupa un espacio de 3.342.620 hectáreas.
Lengua
Los Witoto hablan diversos dialectos de acuerdo con la zona donde se asientan. Los dialectos Mika y Minika son comunes en la zona del Encanto y los ríos Caquetá y Putumayo. El dialecto búe es hablado en la zona del río Caraparaná, mientras el dialecto Nipode es propio de los grupos del norte, en las riberas del río Caquetá. Otra variante dialectal es la Noferuene, cuyos hablantes son escasos y dispersos. Sin embargo, todos los dialectos pertenecen a la familia lingüística Witoto.
Cultura
Es uno de los elementos más trascendentales de la vida social y cultural de los Witoto. Por lo general tiene dos entradas, que se hallan orientadas hacia el este. En la parte central se encuentra el mambeadero o lugar ceremonial masculino, donde se reúnen los hombres a engullir coca y lamer el anvit (esencia de tabaco). Toda Maloca tiene una historia particular, relacionada con el ciclo doméstico y la carrera ceremonial de su dueño. Su diseño depende mucho de la zona donde se ubique. Por ejemplo, el grupo Murui presenta una Maloca que posee una vara, llamada acaba, que asciende desde el mambeadero hasta la cumbrera y que simboliza la capacidad del Numaira, dueño de la Maloca, para sostener a la gente que habita con él. El tejido del peine representa el pene de un personaje mitológico, Jutsiñamui (Juzinamuy), mientras la cumbre simboliza el camino del sol.
Por lo general, dentro de las Malocas se entierra a los muertos, incluido el jefe, aunque después el lugar es abandonado. Finalmente, en los últimos años se ha venido consolidando otro conjunto de vivienda conocido como Malokita, habitado por hombres viejos o familias nucleares.
Organización Socio-política
La Maloca es el eje central de la vida social y ceremonial de los Witoto. En su interior se distinguen los que son propios de la Maloca y la gente ordinaria. A la primera categoría pertenecen el padre, los hijos varones con sus respectivas familias, hijas célibes y otro conjunto de parientes; en la segunda categoría están los prisioneros de guerra, huérfanos y, en general, las personas de bajo nivel ritual. Los propios de la Maloca están jerarquizados según el orden de nacimiento y cumplen funciones rituales específicas. Por ejemplo, el hermano mayor asume la carrera ritual del padre, que simboliza el orden social y la confianza en las tradiciones. Los hermanos menores asumen el papel de chamanes y simbolizan el desorden. La hija mayor asume la función de diseñar pinturas en la piel y máscaras. La jerarquización social se expresa en la distribución espacial en la Maloca. El dueño de la Maloca se ubica en la parte posterior de la misma. A su derecha se encuentra su segundo hermano y el hijo mayor de aquel. A su izquierda están los hermanos menores e hijos menores casados. En la parte intermedia, al costado derecho, se encuentran las hamacas de los ancianos. Al mismo costado, pero en la parte delantera, se ubican los hermanos solteros o los hijos célibes del jefe. El jefe o dueño de la Maloca constituye la máxima autoridad de la misma. Su autoridad está basada en su saber tradicional y en los tipos de rituales que promueve. Él es el responsable de la seguridad cósmica y práctica del grupo, y debe prevenir las enfermedades, propiciar buenas cosechas, garantizar suficientes animales para la caza. Toda actividad social tiene su rafue (su palabra) que constituye la condición para que se dé su correcta ejecución.
El sistema económico se fundamenta en la agricultura, la caza y la recolección de ciertos productos silvestres. Es común que cada familia tumba una parcela de bosque por año; posee simultáneamente dos o más chagras en diversos estados de producción. Al cabo de tres años, cuando la yuca comienza a disminuir ostensiblemente su productividad, la parcela o chagra se abandona. La explotación de los árboles frutales y otras plantas de ciclo más largo continúa durante varios años. La tala es una actividad exclusivamente masculina. Con frecuencia el dueño de una parcela convoca a otros individuos con este fin y debe proveer a los participantes en la minga de coca, ambil, frutas, preparar abundante caguana (bebida de yuca) y ofrecer una buena comida. A veces la tala finaliza con una pequeña festividad, donde se bebe básicamente caguana. Entonces se procede a la quema, en la que participan el hombre y la mujer de una familia nuclear. La mujer se encarga de la siembra y cosecha de los productos, con excepción de la coca, el tabaco y otras plantas psicotrópicas.
En los alrededores de las casas se cultivan, también, ciertas plantas, tales como palmas de chontaduro, colorantes y algunos frutales.
Las principales plantas sembradas son yuca brava y dulce, ñame, ají, coca, chontaduro, aguacate, caimo, umarí, etc. En algunas chagras se cultiva maíz, pero su cosecha se dedica, sobre todo, a la alimentación de las gallinas y otros animales domésticos. El plátano se da en diversas zonas. El tabaco y el maní se cultivan aparte en una pequeña parcela abonada con cenizas. En el caso del maní se levanta un pequeño montículo que se protege en algunos casos con empalizadas. La yuca, coca y tabaco tienen un rol muy destacado en las culturas locales. La yuca se transforma en casabe y se consume en forma de bebida ritual o corriente. La coca se pila y tuesta en ollas de barro o canecas de metal. El polvo cernido se mezcla con ceniza de yarumo u hoja de uva de monte. El producto se engulle (o mambea) y se disuelve paulatinamente, formando abultadas pelotas en las dos mejillas. Todo hombre posee su recipiente de coca y lo intercambia con sus interlocutores. El tabaco se consume de forma semilíquida (anvit). Generalmente los adultos llevan, así mismo, un pequeño frasquito de anvit que circula con ocasión de las reuniones o las conversaciones. Información e imágenes tomadas de internet:
- http://www.etniasdecolombia.org
- http://www.sinic.gov.co
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