- Si se hace una imagen mental de la situacón ambiental, los sectores sociales, la diferencia entre ricos y pobres, el consumismo y la cultura; ¿realmente vale la pena pensar en la globalización?. Explique su respuesta.
Aunque desde hace mucho tiempo el medio ambiente viene en deterioro, en los últimos años éste, se ha incrementado debido en gran medida a la superproducción y explotaciones por parte de las empresas y todo el comercio incluido el sector agropecuario y a que millones de personas que antes vivían en el umbral de la pobreza han entrado en la rueda del consumismo desenfrenado lo que acelera el proceso de agotamiento de los recursos naturales, que cada vez se hace más evidente. El agua, la cada vez menor biodiversidad, el calentamiento global y la acumulación de gases tóxicos en las grandes urbes se están convirtiendo en la mayor amenaza del nuevo siglo. Se ha tratado de que la globalización tenga un menor impacto ambiental, que las empresas consuman menos productos contaminantes, pero esto solo se logra con tecnología de punta, tecnología que muchos no tienen al alcance, y los que la tienen por generar menos gastos no la implementan. ¿Entonces para qué acumular, y para qué producir y producir si luego no se tendrá un planeta digno en el cual disfrutar de esas "riquezas" ?
Por otro lado está el sector social y la diferencia abismal entre las clases sociales; nadie se quiere quedar sin su pedazo de la globalización. Cuando un país abre sus puertas a la inversión extranjera, las grandes multinacionales de los países mas desarrollados se lanzan como lobos hambrientos a apoderarse de todo lo que puedan: energía, telecomunicaciones, constructoras, etc. Esto implica que un país más potente económicamente se beneficia de otro que intenta salir adelante, desde una posición de fuerza. Un buen indicador para plasmar esta desigualdad en cifras es la inversión de capital en el extranjero: el 75% se concentra en Japón, Europa y Estados Unidos.
El objetivo final de una empresa es monopolizar su sector y destruir a la competencia para aumentar sus beneficios. Si se tiene en cuenta que en un mundo globalizado las empresas tienden a aumentar de tamaño y su poder e influencia es cada vez mayor, esto va en contra de los principios de esta filosofía de mercado global, que son el progreso y el bienestar mundial. El progreso y el bienestar sí se consiguen con la globalización, pero, de ¿qué manera?. Los ricos cada vez son más ricos, los pobres o de clase media se estancan o pierden poder adquisitivo. Es irónico que las grandes fortunas sean las que paguen menos impuestos evadiéndolos gracias a paraísos fiscales u otras trampas financieras y los pensionados que cobran una cifra lamentable después de toda una vida de trabajo tengan que pagarlos rigurosamente. Otra paradoja son los conflictos armados que persisten en África, Oriente Medio y Latinoamérica, muchos de los cuales no solo no interesa detener sino que la poderosa industria armamentística se encarga de que se mantengan vivos para que sigan consumiendo sus productos.
Si se pudiera hacer un balance de lo positivo y lo negativo de la globalización, estaría tan desequilibrado como lo es la realidad. La riqueza tiende a concentrarse y a polarizarse ya que los gobiernos le ceden terreno a las multinacionales y éstas no se interesan sino por su propio beneficio.
Culturalmente hablando hay que prestar especial atención al hecho de que la globalización no actúe como agente homogeneizador, haciendo que poco a poco la manera de vestir, hablar y todos los rasgos de cada pueblo se mezclen perdiendo su identidad. A veces puede fortalezer la cultura, respetando y resaltando las diferencias. Otras puede contaminarla y acabar por
desdibujar lo característico de cada cultura haciendo que todas caigan en la dictadura de la moda del momento.
Imágenes tomadas de internet:
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