Diario de campo 1

Lo que nunca se llegó a imaginar

Una sorpresa inesperada

Parecía que esa mañana del sábado 8 de agosto iba a ser perfecta para don Jesús Restrepo. Se levantó muy temprano, más de lo acostumbrado, exactamente a las 5 de la mañana, alentado por la ilusión y alegría de recibir su quincena, como solía hacerlo desde hace 10 años.

Era una mañana vestida por vistosos rayos de sol, el viento soplaba suavemente y casi se podía escuchar una melodía en sus susurros. -Es un hermoso día- pensó don Jesús. Y allí, en su acogedora y humilde, pero hermosa morada ubicada en La Unión, municipio del Oriente Antioqueño, cuya distancia de la ciudad de Medellín es de 56 Km; don Jesús se arreglaba. Se puso la camisa leñadora azul que tanto le gusta a su esposa, su pantalón de trabajo, sus botas pantaneras y un simpático sombrero que casi tapaba toda su cara.

Fue así, como a las 7 y media de la mañana, entre los mugidos de sus 7 vacas Holstein, el cantar armonioso de las aves, los gritos y correteos de sus dos hijos, Jesús disfrutaba de un delicioso desayuno: huevos revueltos con arepita, quesito y un tibio café en leche.

-Que le vaya bien mijo, y recuerde traerme las cositas que le encargué- le dijo su esposa, quien lo despedía echándole la bendición.

Seguidamente, don Jesús se montó en su Jeep y se dirigió al Agrocolanta del pueblo, lugar en el cuál recibiría su pago.

Al llegar allí, saludó a todos los trabajadores, habló un rato con ellos como de costumbre y luego fue a la caja a reclamar su cheque.

Cuál fue la sorpresa de don Jesús, al ver que su preciado cheque, tenía menos cifras de las que esperaba, de las que normalmente recibía; sintió una inmensa indignación y confusión, no entendía que había pasado.

Fue en ese preciso momento, cuando vio entrar a Juan Fernando Tirado, asistente técnico de Colanta, a quien ya conocía, puesto que en varias ocasiones había visitado su finca, para el control de la leche…

Entre malas noticias

El viernes 7 de agosto a las 10 de la mañana, Juan Fernando Tirado recibió una inesperada y no muy agradable noticia en su oficina.

Colanta tomó la decisión de reducir el pago a sus productores asociados, incrementando los requerimientos y exigencias en la calidad de la leche.

Lo que es peor, es que ésta no era la única noticia, Juan Fernando Tirado como asistente técnico tendría que ir al Agrocolanta de La Unión, a darle la cara a los productores y explicarles el por qué éstos recibirían menos dinero en su pago.

Más tarde, Juan Fernando se fue a su casa muy pensativo y esa noche, casi no durmió. ¿Qué les podré decir?, ¿cómo recibirán esta noticia?, ¿Qué harán con sus familias y sus deudas?, se quebrarán con esta medida... éstas eran las preguntas y los pensamientos que rondaban su cabeza.

Cuando el reloj marcó las 4 de la mañana, sonó su despertador, -no quiero ir a La Unión, no quiero dar la cara, no quiero problemas, me van a linchar- éstas palabras fueron las primeras que pensó Juan Fernando al levantarse.

Se arregló lentamente y no quiso desayunar, sólo quería llegar al final de ese día, descansar y no pensar en nada más.

Se montó en su carro a las 5 y media de la mañana y se dispuso a recorrer el camino hacia La Unión, 3 horas de viaje y 56 Km que se hicieron eternos en los cuales pensaba en el futuro de las personas perjudicadas por las decisiones tomadas, pensaba en su futuro mismo, nunca imaginó que la crisis mundial financiera la vería tan de cerca.

Aproximadamente a las 8 y media de la mañana arribó al pueblo, se puso su chaleco de asistente técnico representativo de Colanta, se bajó del carro y caminó cabizbajo hacia el almacén en el cual tendría que esperar durante 6 horas para resolver dudas como vocero de su empresa.

La raíz del problema

Son muchos los problemas económicos que conmueven al mundo, con despidos masivos de trabajadores y empresas en quiebra. Ante la crisis financiera internacional, la recesión y el creciente desempleo, cobra importancia el cooperativismo como sistema económico y social.

A pesar de que Colanta es una cooperativa, no queda exenta de la problemática mundial, a esto se le suma el desconocimiento que tienen la mayoría de funcionarios públicos en Colombia para diferenciar entre un acto comercial y un acto cooperativo, por esta razón, a Colanta le ha tocado defenderse de intervencionismos del Estado.

Cada 6 meses se reajusta artificiosamente el precio de la leche al productor, basado en una inconsulta fórmula, ignorando que en “biología no existen leyes”. Con dicha fórmula matemática, se desconoce la estacionalidad de la producción de la leche, los cambios climáticos, el régimen de lluvias, y que en abril, mayo, junio y julio sobra leche, pero que en enero, febrero y marzo disminuye significativamente la producción, porque se secan los pastos y las vacas no tienen agua suficiente. Lo más grave, es que la fórmula también olvida los variables precios de la leche en polvo en el mercado internacional, que pasó de US $5.500 a US $1.900 la tonelada, esto hizo que las exportaciones disminuyeran hasta un 56% en el año 2008 en relación al 2003.

Es difícil comprender cómo para la leche, producto vital para niños, madres embarazadas y ancianos, que requiere un manejo especial desde su productividad, enfriamiento, transporte, procesamiento, distribución, y además que es fuente significativa de generación de empleo rural y urbano, se cree tanta inestabilidad jurídica con improvisados y caprichosos cambios semestrales de precios para esta materia prima, que ordenan aumentar el precio base cada seis meses.

Para tratar de compensar las pérdidas como consecuencia de estas leyes y la crisis, después de mucho pensarlo, Colanta decidió exigir más calidad y aumentar los requerimientos para la leche, medida que la mayoría de productores no cumplen por diversos motivos, razón por la cuál se les pagará menos.

Dos mundos diferentes, un desventurado encuentro

Eran las 9 menos cuarto cuando Juan Fernando entró al almacén y vio a don Jesús Restrepo en espera de una explicación.

-Cómo está don Jesús- dijo Juan Fernando.

-Pues no muy bien mijo, mire lo que me llegó de sueldito, ¿qué pasó?- respondió don Jesús con un tono melancólico y afligido.

Contrario a lo que Juan Fernando pensaba, don Jesús ni lo linchó, ni le gritó ni lo insultó, de hecho, fue muy respetuoso y lo único que quería era una respuesta que lo consolara. Juan Fernando sacó fuerzas y con una voz fuerte pero alentadora, le explicó todo lo sucedido, todos los problemas por los cuales estaba atravesando la empresa, problemas que para el caso de Colanta, sólo afectan a una amplia minoría, la mayoría de ellos, campesinos humildes que su único sustento es el de la venta de leche a la empresa; problemas que no tocan a los “grandes”, a los de arriba porque siguen recibiendo los mismos millones de pesos.

Aún así, con todas las explicaciones de Juan Fernando, don Jesús no quedó convencido, tenía que llegar a su casa a contarle a su familia, las cosas ya no serían igual, nunca pensó que la tan mencionada crisis económica tocaría a su puerta.

Muy triste don Jesús se encaminó rumbo a su hogar, el brillo y lo hermoso de esa mañana, se opacó y tornó gris ante la incertidumbre que llegó a su vida.

Por su parte Juan Fernando, siguió su día normal, se quitó un gran peso de encima y pudo estar tranquilo, pese a la intranquilidad y zozobra de otros.

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